sábado, 7 de enero de 2012

Restaurante la Naviera, Toledo. Por Cocolis.

Está situado en el centro de la ciudad de Toledo, en el barrio de la Juderia, en la Calle de la Campana, una calle que sale lateral, cuesta arriba de la Calle Santo Tomé. Por tanto, aunque está en territorio turístico, el restaurante en si no lo es, ya que está escondido en una de las callejuelas tortuosas donde la población tnurística no entra, lo que le da un carácter de restaurante para el toledano residente e incluso para el madrileño enterao.
La última vez que fuí, en los días de diciembre, cuando se celebran las famosas comidas/cenas de empresas/compañeros estaba a tope y sin embargo la sorpresa fué que nos atendieron rápido y bien.

El local cuenta con dos ambientes, uno a la entrada donde está la barra, que es más estrecho y con aspecto de cervecería, donde los manteles son individuales de papel y que parece más destinado a raciones o que lo eliges porque en el otro ambiente no hay sitio; y la parte de arriba, más formal, con sus mantelitos de tela y el servicio en plan de restaurante, con más espacios, aunque en realidad lo mismo da, porque se come lo mismo al mismo precio. La cosa es la formalidad con la que vas tú al sitio.

Comimos de entrada una parrillada de marisco, que consta para dos personas, si mal no recuerdo, de dos carabineros, unas cuatro navajas, otros tantos langostinos, media docena de gambas, mejillones, creo que cuatro cigalas, ¿o fueron dos? y no se si alguna cosa más. El precio fué unos 48 eurazos del ala. Veredicto: escaso y caro. Pero eso si, a mi no suele sentarme muy bien el marisco y en este caso me supo a gloria, creo que estaba muy bueno y era muy fresco. Pero lo que yo digo, es como cuando en Toledo te ponen media perdiz a la toledana y me pregunto ¿mediaaaa? ¿y cuándo comemos? Pues eso, que esa parillada me la zampo solito y además dos güevos fritos con morcilla.

De segundo fue por ejemplo mero salvaje al horno, unos 23 euracos, muy bueno pero presentado sin más, con tres hojitas de lechuga y un trocito de tomate; Chuletón de ternera gallega, de lo cual unos amigos gallegos que la pidieron dijeron que estaba buena; Solomillo al roquefort, lo mismo y algunos otros platos que gustaron, pero que pareció algo caro, siempre rondando los 20 euros, que oye, tampoco el restaurante es para tirar cohetes, pero con materia prima de calidad.

De vinos fue albariño y Maretúe, vino que el más barato cuesta 7 euros en tienda y estaba a 12 pavos. Vale.
De postres tartas variadas. No estaban nada mal y no recuerdo lo que costaba, pero no se molestó nadie.
A la hora de la factura, sin pérdida de tiempo hubo sorpresa: ¡Se equivocaron en su contra! ¡Qué raro! Pusieron una botellita y un surtido de tartas de menos. Pues mira que bien.





1 comentario:

  1. Unos trabajando y otros no paráis de comer, je,je. Ma has abierto el apetito, aunque parece un poco caro el sitio.

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