Los viajes de Praga a Verona y el posterior, de Verona a Grenoble, fueron espectaculares. En primer lugar, no nos libramos de una multa en Chequia: a veinte kilómetros de la frontera con Alemania paramos en una gasolinera a repostar y gastar las últimas coronas y ahí nos pilló la poli. No llevábamos la pegatina de haber pagado las autopistas checas. No sabíamos que había que pagar. La ignorancia no nos libró: 20 euros de multa y la pegatina, que nos costó otros 15.
Como decía, el paisaje del trayecto fue grandioso, sobre todo la parte de los Alpes italianos y posteriormente, en un segundo trayecto, los Alpes franceses con los míticos puertos del Tour de Francia.
Tres días en Verona, la ciudad de Romeo y Julieta. Bonita, agradable y tranquila. Bastante turismo.
Las vistas desde el piso que alquilamos, preciosas. Un ejemplo:
Agradable caminata por el paseo fluvial y el puente de piedra. ¡Y qué decir de los helados! Lo mejor.
Aquí la Giulietta acosada por tanto turista.
Y como última etapa, Toulouse. Aquí tuvimos mucho calor al principio, pero la piscina del hotel nos ayudó a soportarlo. Últimos días de compras y descanso y breve visita a Carcassonne; verdaderamente espectacular, sobre todo las vistas desde lejos.
Unas fotos de Toulouse, empezando por este busto de Fermat acompañado de lo que parece ser una importante inspiración para sus descubrimientos matemáticos:
Y las últimas, Carcassonne: