viernes, 5 de agosto de 2016

Dando una vuelta por Europa. 2

Si apurada fue la llegada a Perigueux, no fue nada comparada con la odisea de llegar a Estrasburgo. Nos perdimos por el camino, pillamos atascos, obras, ... de todo. Y cuando por fin nos acercamos al casco viejo de la ciudad donde, estaba el apartamento, nos encontramos con que estaba cerrado. Sí, cerrado! El centro de la ciudad se encuentra en una isla que forma el río. Pues bien, todos los puentes que acceden a la isla estaban tomados por la policía. No dejaban pasar a ningún vehículo y a todos los peatones que queríamos pasar nos hacían abrir bolsos, bolsas y en nuestro caso, las maletas, para registrarlas. Todo en plena calle, delante de todos. Al principio nos asustamos y pensamos en algún nuevo atentado, pero no. Resulta que una vez al año hacen una fiesta en la que todo el centro histórico se convierte en un mercadillo inmenso, todo peatonal y este año se habían incrementado las medidas de seguridad. Y habíamos elegido ese día para llegar. Aunque a pie los últimos quinientos metros y con las maletas en la mano, pero llegamos al destino. Alojados en el mismo centro de esta espectacular ciudad, entre la plaza de la catedral y el barrio de La Petite France.

Primero unas fotos de la Petite France, antiguo barrio de pescadores y curtidores y hoy lleno de restaurantes y turistas.



Éste era el aspecto del barrio a las 10 de la mañana. Hora y media después, ya no se cabía y, aunque no lo creáis, en esta terraza era imposible tomar nada. Abarrotada.




Aquí dos turistas despistaos haciéndose un selfie.


La zona centro entorno a la catedral tenía este aspecto. Se puede ver que con el paso de las horas se llenaban las calles.




Y por último, como contraste, la zona de las instituciones europeas. Cómo se cuidan los diputados, vaya casas y vaya instalaciones.



Aquí, intentando posar siguiendo las instrucciones del maestro Helio. Muertos de risa y dando el cante.


Estos franceses son muy espabilados: trabajan los justo. El horario comercial de nueve a doce y de dos a seis. A partir de ahí, a cenar, restaurantes llenos hasta las nueve o diez de la noche y a las diez y media la ciudad ya casi desierta. Los precios de casi todo, desorbitados. Tendrá que ser así para poder vivir sin trabajar muchas horas.
¡Ay las boulangeries! ¡Qué aromas! Y qué bien presentadito todo. Y las flores en las calles. Hasta hay concursos entre los pueblos a ver cual es el más florido.


Seguiremos informando ...

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1 comentario:

  1. Fantástico viaje!. Mas fotos, por favor. Ya estoy esperando la próxima entrada. Besos para todos.

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